Con el pasar de los años aprendí que la revolución cubana fue el acontecimiento utilizado para amedrentar y obligar a las naciones en el continente americano a aceptar gobiernos militares, alineados con las prioridades de quiénes dictan las políticas a seguir a los huéspedes de la Casablanca.
El establecimiento del Estado de Israel en Medio Oriente fue la causa original para la inestabilidad de la región, el judaísmo y el islam, se utilizaron para polarizar.
En Asia y África las guerras de Corea, Vietnam, la consolidación del comunismo en China y guerras como la de Angola, sumadas a la retórica diplomática de polarización que mantenían los Estados Unidos de América y la Unión Soviética, fueron los instrumentos para someter gobiernos nivel mundial a los mezquinos intereses, de las minorías bancarias y de la industria armamentista, quienes por décadas permanecieron ocultos amasando fortunas y sumando poder.
Este poder para prolongar su control debió hacerse temido desde sus inicios, razón por la que innecesariamente se utilizaron bombas nucleares sobre Japón, enviando a los pueblos del mundo una clara señal de las consecuencias a sufrir por quiénes reusarán someterse a sus dictados.
En 1961 comencé a tener consciencia de esta situación al escuchar historias de cubanos que habiendo sido expropiados se refugiaban en EE. UU., debiendo iniciar una nueva vida como empleados.
En el caso de El Salvador, la revolución cubana permitió a los gobiernos de Estados Unidos de Norte América imponer “democráticamente” gobiernos militares a partir del año 56, luego del derrocamiento del coronel José María Lemus, considerado simpatizante de la izquierda pues se inclinaba por llevar reformas a favor de la población, razón por la que fue derrocado.
La polarización política, debe entenderse como el enfrentamiento entre la izquierda y la derecha, el capitalismo y el comunismo o el socialismo, enfrentamiento que debió implantarse en nuestras sociedades.
La polarización fue promovida e implementada por medios de prensas, vueltos medios de propaganda al promover los intereses de quienes compraban publicidad en sus medios. El odio de clases se fomentó hasta enfrentar a los salvadoreños, sus gobiernos debieron endeudarse e inevitablemente fueron conducidos al enfrentamiento armado.
La propaganda de polarización resaltaba mensajes como las diferencias entre pobres y ricos, empleados y empresarios, comparaba la diferencia existente entre los ingresos de empresarios y empleados, insistiendo en la mala distribución de la riqueza para lo cual debían tomarse acciones y de ser necesario aplicarse la fuerza.
La misma receta se había proyectado en el sur de américa en los años 60 y 70, resultando tras los enfrentamientos gobiernos con enormes necesidades de endeudamiento, lo que los volvía más dóciles a los mandatos de los acreedores. Este camino era al que éramos conducidos los salvadoreños.
Las campañas de propaganda venían acompañadas de programas de gobierno que la potencia del norte imponía, y que beneficiaba sus intereses. Los gobiernos debían someterse a la voluntad extranjera y a programas económicos elaborados por burócratas que desconocían las realidades de nuestros países, los que generaron baja productividad, bajo nivel educativo, malos servicio de salud, seguridad precaria, estabilidad dependiente de la voluntad de extranjeros y su disposición o no, de proveernos de créditos. Dependencia que era utilizada como arma para demandar obediencia y no fomentar el desarrollo nacional.
Las entidades financieras encargadas del endeudamiento han sido del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial que forman parte del a estructura que demanda sumisión a sus mandatos.
Los “planes de desarrollo” que debieron implementarse contemplaba mínima inversión en educación, con lo que mantener a las mayorías ignorantes y dóciles se aseguraba. Los planes de desarrollo dictados tenían como propósito beneficiar a la nación prestamista y sus asociados quienes explotaban recursos y servicios locales sin transferir tecnología, ni paga justa por su explotación.
Hemos sido manejados y explotados por extranjeros con la complicidad de gobernantes y una clase empresarial corrupta que se enriquecieron malversando impuestos, contrabandeando, evadiendo impuestos y obteniendo enormes ganancias de las remesas enviadas.
Pero esto a llegado a su fin, un pueblo unido y trabajando de la mano con su gobierno erigimos un Nuevo El Salvador.
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