El combate a la corrupción no es nada sencillo, posee raíces profundas que se extienden hasta años antes de nuestra independencia, fortaleciéndose con la maniobra de quiénes tienen como objetivo instaurar un gobierno mundial lo que fue denunciado en 1961 por el ex presidente general Ike Eisenhower, en su discurso al final de su segundo período presidencial.
Este corrupto poder asesinó al presidente John F. Kennedy y a su hermano Robert e intenta asesinar al presidente Ronald W. Reagan, y finalmente logran consolidar el poder alternando gobiernos republicanos con demócratas. Desde entonces el poder económico ha decidido quién sería el próximo gobernante y el pueblo engañado los elegía, resultando que los pocos se enriquecían y los más se empobrecían.
Amigo lector, ¿no le parece raro que lo mismo ha sucedido en Europa, en México y en nuestro querido El Salvador? O ¿No lo habías notado?
Pues esta realidad ahora la vivimos en otra etapa que llamaremos la del combate a la corrupción.
Esta revolución silenciosa se da en los cinco continentes y sucede que después de doscientos años de explotación, se forma una consciencia ciudadana que tiene la oportunidad de expresarse en las urnas. Esta consciencia se blinda en contra de la propaganda de polarización política y decide poner fin a las corrientes corruptas de gobierno que se turnaban engañándonos en el poder.
Ahora los nuevos gobiernos tienen el mandato popular de acabar con la corrupción y sus profundas raíces, tarea que no resulta fácil pues el enemigo es dueño de la banca, de los medios productivos y poseen dentro del sistema judicial y burocrático fuertes tentáculos que buscan sabotear los esfuerzos de los nuevos gobernantes y además reciben financiamiento de USAAID. Lamentable es que los impuestos de ciudadanos norteamericanos sean utilizados para desestabilizar un gobierno con el 97 % de apoyo popular.
En los Estados Unidos los demócratas y republicanos corruptos, revirtieron la derrota electoral en el 2020 manipulando los datos electorales. El gobierno ilegitimo hunde a los norteamericanos en una severa crisis económica que es acompañada de desestabilizadoras políticas migratorias y de drogas, dejando como único recurso al senil e ilegitimo presidente el provocar un enfrentamiento armado, única vía para salir de la crisis y no perder el poder.
La miseria de la humanidad resultado de una guerra, en la mente de un loco es menos importante que la pérdida de su poder e ingresos. Que no te quepa duda.
Los presidentes Obrador y Bukele se encuentran dando feroz batalla, sus vidas corren peligro y los corruptos continúan gastando millones en propaganda financiada a través de la embajada de EE. UU. buscando desprestigiarlos y confundir a la ciudadanía, para que los corruptos sean liberados de culpa.
En México el dinero de medicinas se utilizó para espionaje político, se realizaron pactos con los cárteles para llegar a la presidencia y los impuestos fueron repartidos entre los funcionarios. En El Salvador ha ocurrido algo similar y la derecha, la izquierda y los dueños de la finca acumularon fortuna privando al pueblo de salud, educación, seguridad y además los sometió a la confrontación. Sínica forma de enriquecerse.
Si uno de estos presidentes es asesinado o el orate decide ir a la guerra, el poco progreso que se ha logrado se perderá.
No podemos permitir que esto suceda, en la mente, consciencia y voluntad de los pueblos del mundo, está nuestro destino, el de nuestros hijos, nietos y bisnietos.
El Salvador del Mundo nos acompaña en esta lucha.
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